El nacimiento de un hijo es un acontecimiento feliz que lleva implícito unos importantes cambios en las rutinas del entorno familiar.
Uno de los cambios que más te afectarán es la interrupción del descanso nocturno provocados por los exigentes horarios de tu bebé. Ya sea por la necesidad de ser alimentados, por requerir tu presencia o por cólicos, lo cierto es que descansar una noche completa se puede convertir en una auténtica odisea.
¿Te encuentras actualmente en esta situación? Pues, la buena noticia es que, aunque no hay una fórmula mágica para hacer dormir a un bebé, sí existen métodos para lograr que concilien el sueño en pocos minutos. ¿Quieres conocerlos?
¿Cómo dormir a un recién nacido?
En cada bebé funcionan unos métodos diferentes a otros, lo que para uno puede ir bien, para otro todo lo contrario. Pero si establecemos unos parámetros comunes, lo más eficiente para dormir a un bebé será:
· Rutina tranquilizante: es importante no estimular al bebé por la noche ya que puede que le resulte difícil calmarse a la hora de ir a dormir. Dar un baño a tu bebé, masajes o música relajante puede resultar muy útil para tranquilizarlo.
· Crea un entorno agradable: al igual que para los adultos, un entorno agradable ayudará a que tu bebé descanse rápidamente durante más horas. Para ello, una temperatura entre los 22 y 24ºC será de gran utilidad.
· Acuesta a tu bebé soñoliento: es recomendable acostar al bebé aun despierto pero ya soñoliento, esta será la forma más efectiva de que relacione la cama con la hora de ir a dormir.
· Considera el uso del chupete: está demostrado que, a los bebés, succionar les produce un efecto de relajación, así que si está muy activo antes de dormir, puede que usar el chupete sea suficiente para lograr calmarlo.
· Usa luces tenues y voz suave: marcará la diferencia para que entienda que sigue siendo el momento de dormir.
· Arrulla a tu bebé: se sentirá más confiado y confortable, lo que conlleva a que se relaje y se duerma más fácilmente.
¿Cuál es la mejor hora para dormir a un bebé?
Cada marca sus propios ritmos de sueño, pero es cierto que las necesidades de los niños van cambiando conforme van creciendo.
En un principio, será el propio recién nacido el que marcará su descanso, durmiendo casi todo el día y la noche y despertándose para comer.
Cuando yo son más grandes, alrededor de los 6 meses, los bebés también necesitarán dormir muchas horas, pero esta vez en períodos más cortos. Es entonces cuando empiezan a regular su sueño y pueden llegar a dormir toda la noche o con breves despertares.
¿Hay que despertar al bebé para que coma?
Son muchos los papás que se hacen esta pregunta y, la respuesta es no. Si el bebé duerme toda la noche, no tendrás que despertarlo para que coma, siempre y cuando no haya ningún motivo de salud que lo requiera.
¿Cuántas horas debe dormir un bebé?
Las horas y la calidad del sueño no solo son importantes para la salud y el desarrollo de tu bebé, también puede afectar al bienestar familiar. Es conveniente conocer (en función de su edad y de su comportamiento) cuánto debe dormir un bebé en las distintas etapas de su desarrollo.
Si el sueño de tu pequeño no se ajusta a las horas que vamos a comentar a continuación, no debes de alarmarte, puede que solo le esté llevando algo más de tiempo acostumbrarse o que tenga su propio ritmo.
Bebé recién nacido
Suele dormir entre 16 y 20 horas diarias y es muy frecuente que este sueño se vea interrumpido cada 2 o 3 horas para alimentarse.
Bebé de un mes
Prácticamente no se producen grandes cambios en el primer mes y las necesidades de sueño suelen ser las mismas que en los recién nacidos, aunque puede empezar a alargar los periodos de descanso.
Bebé de tres meses
No es hasta el tercer mes cuando comienzan a dormir más por las noches. El sueño en esta etapa es de media 15 o 16 horas diarias de las cuales, 6 a 8 horas son nocturnas con breves interrupciones y el resto están repartidas en forma de siesta a lo largo del día.
Bebé de seis meses
Por lo general, un bebé de seis meses duerme de media unas 13 o 15 horas diarias. Su sueño nocturno suele ser de 11 horas y cada vez las interrupciones serán menores. Durante el día son habituales unas 2 siestas de 1 a 2 horas.
¿En qué posición debe dormir un bebé?
Para disminuir las probabilidades de que un bebé sufra el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), lo más aconsejable es que duerman boca arriba y sin almohada.
Es muy habitual ver las cunas repletas de peluches, mantas o almohadones, pero lo mejor es poner lo mínimo para evitar el riesgo de asfixia.
Esta recomendación se debe de aplicar durante el primer año de vida del bebé. Además, en los primeros seis meses de vida se debe prestar especial atención a la forma de dormir del bebé, ya que la posibilidad de que sufra SMSL es mayor.
La opción de acostar al bebé en posición lateral tampoco es la más recomendable, porque durante el sueño se puede voltear y terminar boca abajo.
Lactancia y sueño: ¿Influye?
La lactancia materna o artificial está íntimamente relacionada con el sueño del bebé y, en consecuencia, con el de los padres también.
Lactancia materna
Cuando un bebé es amamantado, es normal que durante la noche se despierte con bastante frecuencia para ser alimentado. Dar el pecho a tu bebé retrasa el momento en el que el pequeño concilie el sueño y logre dormir toda la noche sin interrupciones pero, también debes saber que la leche materna lo ayuda a dormir mejor.
La leche materna contiene ciertas hormonas que favorecen y regulan los ciclos de sueño. Es por ello que contribuyen a que tu bebé comience a desarrollar una rutina de sueño. Se recomienda el colecho para las madres que eligen o pueden amamantar a su bebé, ya que es mucho más práctico.
Por otro lado, conviene recordar que la lactancia materna, además de alimentar y proteger su sistema inmune, produce en tu hijo un efecto de seguridad y tranquilidad. Por ello, amamantar a tu bebé es una ventaja más para el descanso del pequeño.
Lactancia artificial
Los bebés que son alimentados con leche artificial espacian más el tiempo entre toma y toma, con lo que sus ciclos de sueño nocturno son más largos.
Si a esto le sumamos que los padres se pueden implicar más, las madres resultan beneficiadas ya que pueden disponer de más tiempo para ellas mismas y para su descanso.
Esta alimentación tiene como principal inconveniente que la digestión es más lenta. Tras la toma del biberón, es frecuente que los bebés sufran cólicos, reflujos y gases y estos problemas provocan molestias que interrumpen el sueño del pequeño.