Los bebés prehistóricos también eran alimentados con biberón


El biberón es una voz francesa derivada del latín “bibere” (beber), conocida en sus orígenes por denominar a los borrachos. Desde principios del S.XIX se identifica con su significado actual, que varía según la latitud geográfica. Así es conocido como mamadera en Argentina, mamila en México, pepe en Honduras, pacha en Nicaragua y el Salvador o tetero en Venezuela y Colombia.

El biberón parece un invento moderno, una botellita práctica para alimentar a los más pequeños desde el nacimiento o después del destete, pero, según una curiosa investigación publicada en la revista «Nature», el ingenio puede ser mucho más antiguo de lo que pensábamos. Un equipo de la Universidad de Bristol ha descubierto las primeras pruebas de que los bebés prehistóricos fueron alimentados con leche animal utilizando vasijas con boquilla.

Estos vasos hechos de arcilla aparecen por primera vez en Europa en el Neolítico, alrededor del año 5.000 a.C., y son más comunes a lo largo de las edades del Bronce y el Hierro. Los recipientes son lo suficientemente pequeños para caber en las manos de un bebé y acaban en un pitorro para succionar el líquido. Algunos tienen forma de animales imaginarios, con cabeza y patas fácilmente reconocibles que recuerdan a un juguete.


Sin más evidencias, los investigadores les han atribuido la función de alimentar a adultos enfermos o de edad avanzada. Pero, ¿cómo saber si en realidad eran biberones infantiles?

Para salir de dudas, los arqueólogos estudiaron los restos de tres vasijas encontradas en tumbas de niños de 0 a 6 años en Baviera (Alemania), dos de cementerios de entre 800 a.C. y 450 a.C. y uno aún más antiguo, de entre 1.200 a.C. y 1.800 a.C. Los análisis químicos e isotópicos demostraron que los artefactos contenían ácidos grasos de productos animales, incluida la leche fresca.

En concreto, dos de los vasos parecían haber estado llenos de leche de animales rumiantes (de bovino, ovino o caprino), mientras que en el otro había residuos de leche de cerda o humana. Según los autores, los hallazgos confirman que los artefactos se utilizaron como biberones para alimentar a los bebés con leche animal, ya sea como sustituta de la leche humana o como un alimento suplementario durante el destete.

La crianza

La investigación arroja luz sobre una faceta de la vida en la prehistoria de la que se tienen muy pocos datos: la crianza. Antes de este estudio, la única evidencia del destete provenía del análisis isotópico de esqueletos infantiles de tumbas de Europa central, lo que permitía conocer cuándo los bebés dejaban la lactancia materna: los críos de unos seis meses ya tomaban alimentos complementarios y el destete era completo a los 2 o 3 años de edad. Sin embargo, ese enfoque no revelaba lo que comían o bebían en ese periodo.

El paso a la leche animal tuvo un efecto directo en la salud de los pequeños, con beneficios en algunos aspectos y perjuicios en otros. «Aunque la leche de rumiantes pudo haber proporcionado una valiosa fuente adicional de nutrición para los niños, también pudo provocarles diarreas y otras enfermedades», explica Julie Dunne, de la facultad de Química en Bristol y autora del estudio. «También sabemos que la leche no pasteurizada conlleva el riesgo de contaminación y la transmisión de enfermedades del animal», añade.

Cambio de estilo de vida

Este tipo de alimentación infantil solo pudo ser posible gracias al cambio de estilo de vida que ocurrió con la adopción de la agricultura, momento en el que los humanos empezaron a domesticar animales (vacas, ovejas, cabras y cerdos) y cultivar plantas, como los cereales . «El uso generalizado de estos nuevos alimentos mejoró la nutrición y contribuyó a una mayor tasa de natalidad, con intervalos entre nacimientos más cortos, lo que condujo a la llamada 'transición demográfica neolítica', un crecimiento significativo de la población humana que, en última instancia, condujo al desarrollo de las ciudades y al aumento de la urbanización», recuerda Dunne.

El biberón pudo ser un recurso ampliamente utilizado. Recipientes semejantes han sido encontrados en otras culturas prehistóricas alrededor del mundo (también en Roma o la antigua Grecia), por lo que los investigadores están interesados en realizar un estudio más amplio para conocer si servían para el mismo propósito.

El hallazgo tiene también otra lectura fascinante, la de cómo nuestros antepasados de hace miles de años comprendían la paternidad y cuidaban de sus hijos, lo que tendría profundas implicaciones en la supervivencia infantil. «Las vasijas son casi juguetes que seguramente habrían hecho reír a los bebés -dice la investigadora-. Creo que esto nos muestra el amor y el cuidado que estas personas prehistóricas proporcionaban a sus pequeños y nos da una conexión muy real con estos padres del pasado».
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